jueves, 24 de marzo de 2022

Meditaciones de Santo Tomás de Aquino: Cuarto Domingo de Cuaresma

CRISTO CON SU PASIÓN NOS ABRIÓ LA PUERTA DEL CIELO

Por tanto, hermanos, teniendo confianza de entrar en el Santuario por la sangre de Cristo.. (Hebr 10, 19).
La clausura de la puerta es un obstáculo que impide a los hombres la entrada. Pero los hombres son privados de la entrada en el reino celestial por causa del pecado, pues como se dice en Isaías (25, 8): Se llamará camino santo; no pasará por él hombre mancillado.
Hay dos clases de pecados que impiden la entrada en el reino celestial18. Uno, común a toda la naturaleza humana, que es el pecado del primer padre; y por este pecado se cerraba al hombre la entrada en el reino
celestial. Por esto se lee en el Génesis que, después del pecado del primer padre, delante del paraíso puso (Dios) Querubines, y espada que arrojaba llamas, y andaba alrededor para guardar el camino del árbol de la vida.
Otro es el pecado particular de cada persona, que se comete por el acto propio de cada hombre.
Por la Pasión de Cristo fuimos librados no solamente del pecado común a toda la naturaleza humana, en cuanto a la culpa y en cuanto al reato de la pena, pagando él el preció por nosotros, sino también de los pecados propios de cada uno de los que participan de la Pasión de Cristo por medio de la fe, de la caridad y de los sacramentos de la fe. Y por eso la Pasión de Cristo nos abrió la puerta del reino celestial.
Esto es lo que dice el Apóstol a los Hebreos (9, 11): estando Cristo ya presente, Pontífice de los bienes venideros... por su propia sangre, entró una sola vez en el santuario, habiendo hallado una redención eterna. Y esto se presentaba figuradamente en los Números, donde se dice que el homicida se estará allí, esto es, en la ciudad en que se había refugiado, hasta que muera el sumo sacerdote; muerto el cual, podrá regresar a su casa (Num 35, 25).
Los santos padres, haciendo obras de justicia, merecieron entrar en el reino celestial por la fe en la Pasión de Cristo, según aquello del Apóstol: Los cuales por fe conquistaron reinos, obraron justicia (Hebr 11, 33); por ella también era purificado del pecado cada uno de ellos, respecto a la purificación de la propia persona.

viernes, 18 de marzo de 2022

Meditaciones de Santo Tomás de Aquino: Tercer domingo de Cuaresma

LA PASIÓN DE CRISTO NOS LIBRÓ DEL PECADO

Nos amó y nos lavó de nuestros pecados con su sangre (Apoc 1, 5). La Pasión de Cristo es la causa propia del perdón de los pecados, de tres maneras:
1º) Excitando a la caridad, porque como dice el Apóstol: Dios hace brillar su caridad en nosotros; porque, aun cuando éramos pecadores, en su tiempo murió Cristo por nosotros (Rom 5, 8-9). Mas por la caridad conseguimos el perdón de los pecados, según aquello: Perdonados le son muchos pecados, porque amó mucho (Luc 7, 47).
2º) La Pasión de Cristo causa el perdón de los pecados por modo de redención. Pues, como él es nuestra cabeza, por la Pasión, que sufrió por caridad y obediencia, nos libró de los pecados como a miembros suyos, por el precio de su Pasión; como si un hombre, mediante alguna obra meritoria que ejerciere con sus manos, se redimiese de los pecados que cometió con los pies; pues así como un cuerpo natural es uno solo, compuesto de diferentes miembros, así toda la Iglesia, que es el cuerpo místico de Cristo, se computa como una sola persona con su cabeza, que es Cristo.
3º) Por modo de causa eficiente, por cuanto la carne, según la cual Cristo sufrió la Pasión, es instrumento de la divinidad, y por lo tanto sus pasiones y acciones son ejecutadas por virtud divina para expulsar el pecado.
Ciertamente Cristo nos libró de los pecados con su Pasión como por una causa, esto es, instituyendo la causa de nuestra liberación, de modo que por ella pudiesen ser perdonados todos los pecados pasados, presentes y futuros; como si un médico confeccionase una medicina con la cual pudieran curarse cualesquiera enfermedades, aun en el futuro.
Mas, puesto que la Pasión de Cristo precedió como cierta causa universal del perdón de los pecados, es necesario que sea aplicada a cada uno para borrar los pecados propios. Esto se hace por el bautismo, la penitencia y otros sacramentos que reciben la virtud de la Pasión de Cristo.

viernes, 11 de marzo de 2022

Meditaciones de Santo Tomás de Aquino: Segundo domingo de Cuaresma

DIOS PADRE ENTREGÓ A CRISTO A LA PASIÓN
El que aun a su propio Hijo no perdonó, sino que lo entregó por todos nosotros (Rom 8, 32).Cristo padeció voluntariamente por obediencia al Padre. Por consiguiente, Dios Padre entregó a Cristo a la Pasión en tres conceptos:
1º) Según que en su eterna voluntad preordenó la Pasión de Cristo para liberación del género humano, conforme a aquello que dice Isaías: Cargó el Señor sobre él la iniquidad de todos nosotros (53, 6), y más adelante: El Señor quiso quebrantarle con trabajos (Ibíd., 10).
2º) En cuanto le inspiró la voluntad de padecer por nosotros, infundiendo en él la caridad, por la que quiso padecer. Por lo cual el Profeta continúa: Él se ofreció porque él mismo lo quiso (Ibíd., 7).
3º) No protegiéndole en la Pasión, sino exponiéndole a sus perseguidores, por lo que se lee en San Mateo (27, 46) que estando Cristo colgado en la Cruz, decía: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?, es decir, que lo expuso al poder de sus perseguidores.
Es impío y cruel entregar a un hombre inocente a la pasión y a la muerte contra su voluntad, como obligándole a morir. Mas Dios Padre no entregó así a Cristo, sino inspirándole la voluntad de padecer por nosotros;en lo cual se muestra la severidad de Dios, que no quiso perdonar el pecado sin la pena; eso hace notar el Apóstol cuando dice: A su propio Hijo no perdonó (Rom 8, 32).